RESTAURANDO UNA SILLA CENTENARIA. LA SILLA DEL 1900.
Cuando Amparito nació en su casa de Jesús y María, ya estaban allí. Tres años antes, en 1919, nació su hermana Carmen y también estaban allí. Cabe pensar, que sus padres, recién casados el año anterior, las adquirieran para instalar su hogar. Lamentablemente, ninguno de los citados puede darnos dato alguno. Sería interesante conocer su génesis, si fueron construidas en una fábrica valenciana, como así queremos creer.
En cualquier caso, las sillas tienen al menos ciento y un años (101). Como los dálmatas. Tomamos un ejemplar de entre los dos modelos, con aviesas intenciones restauradoras. Y de desnudez. Siempre hemos pensado que la madera como mejor luce es desnuda, permitiendo contemplar su veta, acaso con un tratamiento que realce, pero no enmascare.
Pero no era esta desnudez tendencia en aquel principio de siglo. Como se observa en la foto, las sillas nos han llegado a este año 2019, todo negrura, atacadas de carcoma y descangayadas o descangalladas, que viene a ser lo mismo.
El primer cuidado consistió en comprobar si eran desmontables, como así resultó. Podríamos decir que el modelo elegido estaría en la estela de la silla número 14 de Thonet, modelo revolucionario del mueble a finales del siglo XIX, desmontable, apilable y susceptible de ser empaquetado, muchos años antes de que naciera la factoría de las 4 letras en los bosques del sur de Suecia. Solo que ésta, la que nos ocupa, más elegante que la Thonet, si se nos permite.
Una vez desmontada, hicimos prueba de decapado con método abrasivo, es decir; lija: manual y mecánica. Nos pareció que no costaba demasiado, pero, como casi siempre, fue vana ilusión. Pronto descubrimos que la madera empleada fue la de haya, cosa harto previsible por cierto, por sus propiedades mecánicas y apropiada para el curvado.
El dibujo del asiento, en relieve, conforme se lijaba, destacaba sobre el fondo todavía oscuro. Finalmente, se decidió lijarlo con sumo cuidado para no devastar el relieve del dibujo. Se dejó algo de fondo para que contrastara.
Tras el arduo lijado con grano 40 y 80, se procedió al tratamiento contra la carcoma. Inyectando producto específico en todos los orificios de salida practicados por la plaga. Se entoldó el conjunto. Todo cabía en una bolsa. Así lo tuvimos una semana.
Tras lo cual se procedió a dar una mano con el mismo producto, ahora con pincel empapando bien toda la madera.
Tras el secado, repasamos todo con una esponja de lija fina, dejando las piezas preparadas para el tratamiento final.
El ataque de xilófagos, había conseguido, aparte de cribar toda la madera con galerías y orificios de salida, una pérdida sensible de masa. Ésta aparecía reseca y quebradiza. Se optó por un nutriente, conservante y embellecedor natural: cera de abeja. En esta ocasión, no la preparamos en casa, sino que utilizamos una de una marca comercial, que no tenemos reparo en identificar y recomendar: cera de patinar: Lakeone. Acabado: Natural.
Nos gustaba el tono pálido de la madera de haya desnuda. La cera nos ha aportado un tono un tanto rosado, casi anaranjado, como si fuera haya vaporizada. Aun así, nos complace el resultado. La tornillería, centenaria también, resistió, merced a su grueso calibre el destornillado y posterior atornillado, no sin degastar un tanto la ranura de sus cabezas. Modernamente se usan tornillos de mucho menor calibre, que suelen partir, cuando se les somete a gran esfuerzo.
Una bella silla para contemplar y sentarse con cuidado.
Manuel Geómetra.
Descangallado me has dejado, no dejas de sorprenderme ????♂️. Buen trabajo ????
Gracias Miguel Son pasiones.
Hola: la silla es muy probablemente de Hijos de Ventura Feliu, de Valencia. El aro encima de la traba forma parte de la estructura de refuerzo entre las patas en la pieza original. Bonita silla. Saludos. Julio
Gracias Julio, muy amable