Domingo de Mayo. El primero. Día de la madre y clausura de la Feria del Libro en Viveros. Como cantaba Yves Montand “À bicyclette”, el ciclista solitario circula bajo el Pont dels Serrans. A continuación, bajo la que fue Passarela del Pont de Fusta.
Nada más salir, a la izquierda, allí estaba: la barandilla sobre escalera de bajada peatonal al lecho del rio. Ha resistido al paso del tiempo, como no: acero, hormigón y piedra. Desconozco quién fue el ideólogo de la escalera, pero recuerdo, como si fuera ayer cuando la dibujé. A la antigua usanza, delineación tradicional a mano, antes de las herramientas cibernéticas. Probablemente, corría el año de 1989 ó 1990. El cálculo de la barandilla recayó sobre el prócer ingeniero de caminos, d. Javier Yuste Navarro. El dibujo sobre un servidor, por delegación del anterior. 2 UPN-200 soldadas a cajón salen en vuelo del pretil o vallado de la margen izquierda del rio, giran y acompañan la pendiente de la escalera hasta hundirse sobre un dado de hormigón, más o menos integrado sobre un zócalo de piedra.
El ciclista solitario, sonrío de complacencia.
Tras la visita a la Feria del libro, impracticable para un ciclista, tal era el gentío, el solitario descabalgó de su montura, apoyó la bicicleta contra un árbol escuálido, pero oportuno, sacó su telefonillo portátil y disparó estas dos instantáneas.
Durante el regreso fue mascullando estas líneas. Aquí están; son de ustedes.
Manuel Geómetra